whiscola

¿"soy intelectual, tengo un blog" o "tengo un blog, soy intelectual"?

La primera buena impresión fueron los pinches cabrones de Kinky. Pero recién había llegado y quería ver el resto de los escenarios. Caminé un buen rato, admirando la cantidad de gente que pagaba $4 por un vasito plástico de Coca o $5 por una botellita de agua. Cuando me estaba cansando de dar vueltas, aproveché que tocaba Cerati y me dormí una siesta. El sueño reparador terminó con "Primavera cero". Y apareció Blondie. Estaba medio lejos, así que miré la pantalla. Con esos anteojos negros, Deborah Harry me hacía recodar mucho a una foto de mi abuela (circa 1965). Cuando se los sacó, se puso una vincha que se asemejaba demasiado a lo que supongo debe haber sido el look de la madre de Guillermo Vilas. Hasta que se sacó el tapado/saco y mi salud mental me obligó a alejarme para evitar imaginar a mi abuela cantando en enaguas. Por suerte apareció Morrissey: su vestimenta y movimientos se asemejaban demasiado a los del Padre Grassi. Una lástima el sonido de mierda que arruinó (y acortó, supongo) el show. Igual, el siempre albo Bregovic pasó con creces el desafío de la blancura y me permitió volver a casa no tan convencido de que "esto de los festivales es sólo para gente joven": también hay que tener guita.

Según el suplemento Enfoques de La Nación, «el argentino que más lejos llegó en el FMI» se llama Claudio Loser. Tengo que dejar de comprar el Página12.