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enero 22, 2004

¡Aleluya! 

Quiero ser como Luis Palau, pero sin tanta cara de garca.

homo videns 

Reportaje "a fondo" a Bebe Contepomi. Crónica TV. Argentina-Brasil M23. TeVe Compras (llame ya). Reportaje "intelectual" a Emanuel Ortega (ese muchacho ahora se parece mucho a Beckham). Seinfeld (aunque no uno de los capítulos memorables). Muchas chicas lindas desnudas. E! y el canal Cosmopolitan. Y tantos otros que no recuerdo...

Mierda...no entiendo cómo logré vivir sin TV los últimos 10 meses...

enero 12, 2004

Leviatán 

Eran más de las 15hs cuando finalmente volví a casa, con sólo dos horas de sueño la noche anterior. Me disponía a cerrar la puerta del garage cuando divisé algo «distinto» con el rabillo del ojo, un color que estaba de más. Había «algo» metido en el ínfimo espacio entre una puerta fija y un escalón. Primero pensé que era una rata. Me acerqué un poco más. Toqué ese «algo» con las llaves del portón. Poco, pero se movió. Sí, un gato. Minúsculo, un cachorrito. Pelo blanco con manchas negras. Ojos grises. "Mierda..."

No se dejaba agarrar e intentaba alejarme con sus bufidos. "Mierda..."

A media cuadra hay una veterinaria: "mirá, lo acabo de encontrar en la puerta de mi casa. ¿te parece que está sano?". "No tiene más de un mes" dijo ella; "Es macho, está bastante sanito. Ya tiene algunos dientes, puede comer alimento sólido. Lo que debieras hacer es desparasitarlo".

"Esto me pasa por haber empezado otro libro de Auster; Justo cuando estoy por cumplir mi primer año sin gato en casa..."

Desacostumbrado al tacto humano -al menos al amable-, huía hacia cualquier recoveco del departamento. Le hice una especie de cueva con almohadones sobre el sofá, en el cual se enrolló, sintiéndose a salvo.

"Mierda...cuando dí a Lola, no me quedé ni con la bandeja para las piedritas".

Caminata al supermercado, alimento para gatos, leche, piedritas y recipientes varios. Y sueño. Mucho sueño. Al menos me sirvió para elegirle nombre: Römmel. Más allá de las similitudes, era arisco e insistía en rasguñarme, lo cual podría alegar en mi favor ante Adonai.

No quiso tomar leche, ni comer. Haciendo gala de su nuevo nombre, se escondió abajo de la heladera, para después meterse abajo del lavarropas. "Va fangulo! Yo tengo mucho sueño, ya veremos más tarde".

Me despertó su (primer) maullido a eso de las 19hs (sólo había bufado hasta entonces). Le respondió otro maullido, lejano. "¡Mierda...!" Miré por la ventana de la cocina. A medio metro del recoveco donde lo había encontrado, estaba Mamá Römmel (toda gris, ojos amarillos) buscando a su vástago.

No sin cierta desazón, agarré al pequeño gato (me costó, estaba escondido detrás del sillón) y lo llevé con su madre. Parecía contento. Y parecía más conento aun el otro día a la mañana, cuando desde mi balcón pude ver a la madre gris amamantando a tres pequeños Römmels.

"Mierda...¿qué carajo hago ahora con las dos bolsas de alimento para gatos?"

Por las dudas, retomaré el libro de Auster.

Las tres palabras que más aborrezco: letra M 

Marketing
Miami
manzana